martes, 5 de noviembre de 2013

El convite virtual (y los convidados digitales)


Hace algunos años, cuando se popularizaron las herramientas de la Web 2.0 (cuya principal característica es la facilidad para publicar contenido en la red) llegó la posibilidad  de incorporar al aula el uso de los blogs o edublogs. Si bien los blogs existentes, tienen características más cercanas al diario íntimo, se puede favorecer  la inclusión de “lo grupal”, a modo de diario de viaje o bitácora del año, con la creación de  un blog de aula.




En el blog de aula, no sólo se puede dar cuenta de las vivencias que como grupo, se comparten, sino que, además, se suman otras tareas: el mantenimiento diario, la administración y configuración (elección de la plantilla a utilizar, la elección  del nombre representativo del  curso,  la publicación de los posteos, etc), tareas que hacen que los alumnos funcionen como productores, lectores y evaluadores de lo producido.
Los temas posibles para la escritura mantienen, en los blogs de aula,  el espíritu de las bitácoras virtuales: ser portadoras del quehacer de un grupo a lo largo del tiempo. Pero también se abre el espacio para la reflexión acerca de las características propias del cibergénero utilizado (el posteo), sobre la adecuación a las pautas de publicación      (corrección ortográfica y gramatical, escritura previa y reescritura de cada posteo, etc), las relaciones con otros géneros discursivos (el diario íntimo, la reseña crítica, el diario de viaje, la carta, etc), todos contenidos presentes también en las clases de lengua.
Cada blog de curso toma las características de sus productores: creativos, formales, desestructurados, escuetos, divertidos o excesivamente ordenados.
En los blogs de aula se legitima la propia escritura ya que, como la de los otros, es objeto de comentario del resto de los compañeros. Estrategias para seducir lectores, confesiones, anécdotas, críticas a otros blogs (como un ejercicio para jerarquizar el formato que se utiliza) pueden estar presentes también en las bitácoras de este tipo. 

La lectura se vuelve práctica habitual y complementaria para la escritura: en el blog se lee para intervenir, luego, desde la posibilidad de apoyar, compartir o diferenciarse de lo publicado por un compañero. Cada uno de los participantes, autodesplazado de la actitud del no lector, contribuye  para instalar roles nuevos de productores y lectores de textos. Todos leen, todos escriben. No es una escena de lectura canonizada, cristalizada a fuerza de idealizaciones.  La escena de lectura ligada a la cultura letrada es la del adolescente con el objeto libro entre sus manos. El otro, sentado frente a una pantalla, es el desplazado de los significados de “lo cultural”. Con estas legitimaciones que adultos (padres y docentes) hacen de distintas prácticas de lectura, no se logra más que perpetuar un modelo histórico: los lectores, aquellos que son capaces de construir/se sus sentidos en la lectura, fueron históricamente perseguidos. La caza de brujas hoy varía sus formas: “los adolescentes no leen porque pierden tiempo en la Web” es la leyenda que reza en la hoguera. Por desconocimiento, resistencia al cambio, tecnofobia, etc, se deja de lado una realidad: las competencias lectoras que un adolescente despliega en la web pueden enriquecer la práctica de la lectura de un libro. Solo hay que develar esos procesos para que ambas prácticas se potencialicen.

La lectura y la escritura en Internet están consideradas hoy el punto más alto en el proceso de alfabetización. La alfabetización digital, entonces, abre las puertas a la oportunidad de conocer nuevos soportes, nuevos géneros, nuevas formas de construirse como alumnos y profesores.

La tarea con los cibergéneros es altamente estimulante para la población destinataria: la institución escuela reconoce y legitima saberes que han adquirido los alumnos autónomamente. Cuando los adolescentes reconocen que esta estrategia, lejos de ser utilizada demagógicamente, se resignifica dentro del aula, el encuentro desplaza al enfrentamiento en relación al contenido a trabajar. Además, las paredes del aula se vuelven transparentes. La pantalla virtualiza/devela los quehaceres de la escuela para las familias, los amigos, otros docentes, los que son alumnos de carreras docentes y desean acercarse a las prácticas adolescentes. Muchos son los convidados a ese espacio virtual: el desafío es aceptar la invitación.